domingo, 9 de febrero de 2014

Ni a palos

El colega Mariano Vespa me entrevistó para el suplemento Ni a palos que se edita con la edición dominical de Miradas al Sur y Tiempo Argentino. Aquí el resultado publicado este domingo.

martes, 28 de enero de 2014

A propósito del regreso de Joan Báez a la Argentina

Joan Báez volverá a la Argentina en marzo y es una buena excusa para recordar esta anécdota que ella protagonizó en 1981 con Mona Moncalvillo y la revista Humor, porque resulta una muestra clara de cómo cierta gente y publicaciones se la jugaban aun con la represión imperante.
Para esa fecha, la periodista ya había consolidado la sección de entrevistas dándoles espacio a personajes de la cultura y la política prohibidos por los militares en el poder. Los nombres los barajaba con Andrés Cascioli y Tomás Sanz y se trataba de gente silenciada en la Argentina o el mundo, como Báez o Joan Manuel Serrat.
La revista ya era masiva, con una venta promedio de 130 mil ejemplares, que le permitía sumarse o realizar acciones de resistencia cultural como apoyar Teatro Abierto u organizar un festival musical para contrarrestar la visita de Frank Sinatra.
El día de la entrevista un llamado interrumpió el desayuno de Mona. Era Adolfo Pérez Esquivel, titular de SERPAJ, un organismo clave en la lucha por los derechos humanos en aquella época y uno de los responsables de que Báez estuviera en Buenos Aires.
–Buen día, Mona, soy Adolfo....
–Hola, Adolfo, buen día, ¿qué contás?.
–Mirá, viene complicado el tema con Joan....
–¿Qué pasó?.
–Nos han avisado que colocaron una bomba en Paz y Justicia. Está todo cercado. Hay carros de asalto sobre México y....
–Ajá, ¿y Joan está ahí?.
–Sí..
–Bueno, voy para allá....
–Está peligroso, Mona....
–Lo vamos a hacer igual...
Cuando llegó al SERPAJ el panorama no había mejorado. La zona estaba vallada, había carros de asaltos, camión de explosivos, periodistas y fotógrafos. Armada con su grabador enorme y el fotógrafo Luis Sasso, Mona rescató a Báez del edificio y ante la mira de todos encararon un bar donde pudieron hacer la nota.
La entrevista se editó enseguida –número 60- con un copete que de arranque advertía de lo "underground" de la visita y que ningún productor había querido armar un show de la cantante que unos años antes había llenado dos Luna Park, donde casualmente cantaría Sinatra.

jueves, 23 de enero de 2014

Tarea ciclópea

La revista Humor es una de las pocas en la historia del periodismo gráfico argentino que tuvo fanáticos en el país y en el mundo capaces de atesorar todavía la colección completa de 566 números o decenas de ellos, aun a riesgo de perder espacio o relaciones personales. En la ciudad santafesina de Rafaela, un par de ellos realizan desde el año pasado una tarea ciclópea que hasta ahora nadie había realizado, arriesgo, por una cuestión de costos: digitalizar número por número y subirlo a esta web. Claro que no incluyen todo el contenido sino una selección del mismo. Sin duda un lugar para reencontrarse con la revista.

domingo, 19 de enero de 2014

El libro por la Patagonia

El diario La Mañana de Neuquén me entrevistó sobre el libro. Aquí la nota.

En El Diplo de enero también hay un pirulo.

domingo, 12 de enero de 2014

El libro por los aires

La revista Cielos Abiertos que se distribuye en vuelos de Aerolíneas Argentinas me pidió un breve comentario sobre la revista Humor para promocionar el libro. Salió en el número de enero de 2014. Aquí el resultado.

sábado, 21 de diciembre de 2013

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Humor y la democracia

No se si alguien recordó ayer a la revista Humor, en el amargo día en el que se celebraron los 30 años de democracia.
Si observé temprano que el diario Buenos Aires Herald tenía una hermosa tapa referida al aniversario y que escribía Robert Cox, aquel director valiente y digno del matutino escrito inglés que en los años de la dictadura se jugó para denunciar desapariciones y publicar habeas corpus.
El Herald y Humor fueron de los pocos medios que alzaron la voz contra la represión política y cultural. Podríamos agregar El Porteño, Medios & Comunicación, Nueva Sión y no muchos más. No fue poco lo que hicieron contra la dictadura y para exigir el retorno de la democracia.
Sólo el Herald aún cuelga de los kioscos.
A partir de la salida del libro, muchos me preguntan si Humor podría estar en la calle. Algunos la añoran, tal vez porque gustan del pasado o porque en el esplendor de la revista las cosas estaban más claras que ahora.
La revista no duró sólo los cinco años que resistió la dictadura (78-83). Siguió 16 años más. Hasta una semana antes de que la Alianza ganara las elecciones de octubre de 1999.
Pero en democracia las ventas se vinieron a pique y y ya al final tenía una circulación más baja que en 1978. Y con eso todas las finanzas ya dañadas se resintieron. Y con esa economía delicada había que afrontar honorarios y costas de los juicios por calumnias e injurias (de por ejemplo Eduardo Menem, María Julia Alsogaray, Florencia Peña, Bernardo Neustadt, José Luis Chilavert, Marcelo Tinelli).
Humor no podría estar hoy en la calle porque con Andrés Cascioli murió en 2009 uno de los pocos editores que era capaz de reunir a gran parte de los talentosos dibujantes e ilustradores que tiene la Argentina. Pero él sabía que ya no había espacio para una revista de humor. Lo había intentado en 2002 con El Cacerolazo, un proyecto de Editorial Perfil donde no pudo tener todo el staff que él quería y tuvo que conformarse con periodistas castigados por Jorge Fontevecchia.
Imaginemos a Humor en la calle: ¿sería oficialista u opositora? La respuesta es más abierta todavía si se observa que a la revista Barcelona -que dicho sea de paso tiene una circulación bajísima- la pueden tachar de ambas cosas por una misma tapa. Además recordemos que la tacharon de oficialista bajo el gobierno de Alfonsín.
¿Qué haría Humor para competir con las redes sociales o la tinellización del humor que abarca a todos los medios de comunicación? ¿Cómo conquistaría lectores en los kioscos de revistas abarrotados de publicaciones para mujeres, sobre mujeres, de mujeres o con mujeres? ¿Cómo haría, en definitiva, para hacer productos de calidad como gustaba Cascioli, en un mercado deprimido y pauperizado por editores que prefieren bajar fotos de Internet a comprarlas o contratar reporteros y montar redacciones virtuales?
Pero volvamos a la democracia. Una de las cuestiones que no me canso de repetir es que nunca se terminará de dimensionar lo que hicieron Humor, el Herald y El Porteño en la dictadura.
Una de las primeras devoluciones que tuve del libro fue de un colega y amigo que se sorprendía de las cosas que los tipos escribían en aquellos años. Cosa como este editorial que adjunto -del número 94, noviembre de 1982- y que son apenas un botón de muestra de esta publicación que dio testimonio cuando la libertad de prensa y expresión sí estaban jaqueadas.