sábado, 21 de diciembre de 2013

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Humor y la democracia

No se si alguien recordó ayer a la revista Humor, en el amargo día en el que se celebraron los 30 años de democracia.
Si observé temprano que el diario Buenos Aires Herald tenía una hermosa tapa referida al aniversario y que escribía Robert Cox, aquel director valiente y digno del matutino escrito inglés que en los años de la dictadura se jugó para denunciar desapariciones y publicar habeas corpus.
El Herald y Humor fueron de los pocos medios que alzaron la voz contra la represión política y cultural. Podríamos agregar El Porteño, Medios & Comunicación, Nueva Sión y no muchos más. No fue poco lo que hicieron contra la dictadura y para exigir el retorno de la democracia.
Sólo el Herald aún cuelga de los kioscos.
A partir de la salida del libro, muchos me preguntan si Humor podría estar en la calle. Algunos la añoran, tal vez porque gustan del pasado o porque en el esplendor de la revista las cosas estaban más claras que ahora.
La revista no duró sólo los cinco años que resistió la dictadura (78-83). Siguió 16 años más. Hasta una semana antes de que la Alianza ganara las elecciones de octubre de 1999.
Pero en democracia las ventas se vinieron a pique y y ya al final tenía una circulación más baja que en 1978. Y con eso todas las finanzas ya dañadas se resintieron. Y con esa economía delicada había que afrontar honorarios y costas de los juicios por calumnias e injurias (de por ejemplo Eduardo Menem, María Julia Alsogaray, Florencia Peña, Bernardo Neustadt, José Luis Chilavert, Marcelo Tinelli).
Humor no podría estar hoy en la calle porque con Andrés Cascioli murió en 2009 uno de los pocos editores que era capaz de reunir a gran parte de los talentosos dibujantes e ilustradores que tiene la Argentina. Pero él sabía que ya no había espacio para una revista de humor. Lo había intentado en 2002 con El Cacerolazo, un proyecto de Editorial Perfil donde no pudo tener todo el staff que él quería y tuvo que conformarse con periodistas castigados por Jorge Fontevecchia.
Imaginemos a Humor en la calle: ¿sería oficialista u opositora? La respuesta es más abierta todavía si se observa que a la revista Barcelona -que dicho sea de paso tiene una circulación bajísima- la pueden tachar de ambas cosas por una misma tapa. Además recordemos que la tacharon de oficialista bajo el gobierno de Alfonsín.
¿Qué haría Humor para competir con las redes sociales o la tinellización del humor que abarca a todos los medios de comunicación? ¿Cómo conquistaría lectores en los kioscos de revistas abarrotados de publicaciones para mujeres, sobre mujeres, de mujeres o con mujeres? ¿Cómo haría, en definitiva, para hacer productos de calidad como gustaba Cascioli, en un mercado deprimido y pauperizado por editores que prefieren bajar fotos de Internet a comprarlas o contratar reporteros y montar redacciones virtuales?
Pero volvamos a la democracia. Una de las cuestiones que no me canso de repetir es que nunca se terminará de dimensionar lo que hicieron Humor, el Herald y El Porteño en la dictadura.
Una de las primeras devoluciones que tuve del libro fue de un colega y amigo que se sorprendía de las cosas que los tipos escribían en aquellos años. Cosa como este editorial que adjunto -del número 94, noviembre de 1982- y que son apenas un botón de muestra de esta publicación que dio testimonio cuando la libertad de prensa y expresión sí estaban jaqueadas.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Basta de Humor

El lunes pasado me recibió la sección Escritores del programa Basta de Todo (Metro 95.1, lunes a viernes 14 a 18) que conduce Matias Martin, Diego Ripoll y Cabito. Aquí pueden escuchar el audio En la revista Veintitrés que hoy llega a los kioscos hay un mini reportaje que me hicieron.

jueves, 14 de noviembre de 2013

La revista Humor, los límites y la banalización del Holocausto

El número 21 de la revista Humor Registrado que llegó a los kioscos en octubre de 1979 marcaba el debut de Mona Moncalvillo, pero también incluyeron una doble página que representan un hito en la historia de la publicación. Se trata de siete chistes sobre el Holocausto firmados por Catón, el seudónimo de Raúl Antonio Bonato.
El dibujante tenía entonces 46 años y ya ostentaba unos 20 en el oficio del plumín, que permitió publicar allí y en publicaciones como Tía Vicenta, Adán (Editorial Abril), Billiken (Editorial Atlántida), Satirik, Media Suela, Rico Tipo, Caras y Caretas y en el diario La Prensa", donde creó El hombre del portafolios, según el blog de Siulnas.
La producción de Catón generó una andanada de críticas que se reflejaron en el propio correo de lectores durante los tres números siguientes y las encabezaba la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas, para la que no se trataba de una "humillante explosión de odio antisemita".
Una explicación desde la revista sin firma y en el mismo espacio decía: "Pensamos –y lo hemos dicho más de una vez- que el humor no debe tener otras barreras que las normales en cualquier forma de expresión escrita, o sea las morales y estéticas. Pensamos que el humor no debe temer ni soslayar la muerte, no debe ocultar las miserias y las tragedias humanas, no debe retroceder ante los temas ‘espinosos'. Sabemos que el humor casi invariablemente es una forma de crítica, constructiva como pocas. Y que su calidad depende de la calidad de quienes lo practican, pero nunca de los terrenos que invade. [...] Hacer un chiste sobre la bomba atómica, no implica mofarse de los trescientos mil muertos de Hiroshima". También se subrayaba que las dos páginas "no eran otra cosa que una flagrante crítica al nazismo y sus métodos genocidas".
En enero de 1987 y en el periódico Nueva Presencia -un órgano de la comunidad judía editado por Herman Schiller entre 1977 y 1993-, el propio Andrés Cascioli admitió en un reportaje de Gerardo Yomal que la producción había sido uno de los "errores que se cometen en todos lados. La intención fue buenísima. La cosa empezó cuando en televisión los militares prohibieron dar la miniserie 'Holocausto' y nosotros decidimos tocar el tema. No se nos ocurrió nada por acá, entonces decidí encargarle al dibujante Catón que hiciera algo sobre el tema bien duro contra los nazis apoyando la posibilidad de que se dé 'Holocausto' en la Argentina. Y publicamos los chistes... pero salió todo al revés. Se sintieron muy molestas las entidades judías. Pero si los organismos judíos agarran 'Humor' desde el primer número y lo siguen se van a dar cuenta de que es una publicación (donde) tienen gente amiga. La nuestra es una editorial decididamente antifacista y antinazista. Creo que ese fue un error: duró bastante tiempo, publicamos cartas a favor y en contra y el tema se trató creo que bien".
En el ámbito académico hay varias tesis que abordan la historia de la revista Humor acotada al período dictatorial y en especial, el trabajo de Mara Burkart analiza el contenido de estos chistes y la reacción que provocaron.
Está claro que los chistes de Catón fueron un hito en relación a los límites para hacer humor en la revista de Ediciones de la Urraca, pero lo que muchos entienden como la banalización del holocausto y los nazis siempre fue, es y será materia de controversia y debate.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Ultimas noticias de presentaciones del libro

El miércoles 6 compartimos una presentación del libro con Hugo Paredero en el bello centro cultural Padre Mugica de Banfield. Aquí un breve video de la extensa charla.
El viernes 8 fuí al área Narrativas Dibujadas de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA para charlar sobre el libro junto a graduados y los especialistas en medios Oscar Steimberg y Laura Vázquez.
El sábado 9 me entrevistaron en el programa Nadie sale vivo de aquí que se emite por Radio Nacional Córdoba. El audio.
El lunes 11 participé con el co director de la revista Barcelona de una mesa organizada por la escuela de periodismo TEA de la defensa de la libertad de expresión en el humor político. Aquí un registro.

martes, 12 de noviembre de 2013

Siulnas

Oscar Vázquez Lucio, también conocido como Siulnas, murió 1 de octubre de 2013 luego de consagrar gran parte de sus 81 años al humor gráfico. Era periodista e historiador y trabajó de manera incansable hasta último momento.
Gran parte de su legado puede verse en este blog o rastrearse en "Historia del Humor Gráfico y Escrito en la Argentina" (Tomos I y II, Eudeba, 1987), "Aquellos personajes de historieta" (Punto Sur Editores) y los catálogos del Museo de la Caricatura "Severo Vaccaro", hoy cerrado.
La familia terminará de recopilar el material que Siulnas tenía para un tercer libro del Humor Gráfico y Escrito de la Argentina.
Cuando en el verano de 2014 lo contacté para mi libro sobre la revista Humor Registrado no tuvo inconveniente en darme los datos que disponía. También me contó que Oskar Blotta lo había convocado para Satiricón, el primer éxito de Cascioli en la sociedad con Blotta.
Siulnas me refirió que llegó a Blotta hijo porque conocía al padre de la época de Patoruzú y que en una de las primeras reuniones que tuvieron le espetó "¡Esto es lo que quiero que digas en la revista! Así, mi primera página gráfica en Satiricón estuvo precedida por una especie de presentación: 'Es bueno vivir con humor, pero vivir del humor es malo, al menos para mí. Por eso yo no vivo del humor. Claro que alguna vez sí viví del humor, y entonces cada chiste que creaba me permitía cubrir una parte de los gastos del mes: la factura del gas equivalía a un chiste, la de servicios eléctricos a dos chistes, la del teléfono a una tira humorística, la patente del coche a una doble página de chistes. Pero eso no era lo peor: también tenía que crear chistes para cubrir mis obligaciones impositivas, y ello le quita el buen humor a cualquiera. Pero ustedes no han comprado la revista ni se han detenido aquí para saber si un humorista vive o no del humor. Tal vez ni siquiera les interese averiguar quién hizo la página; no obstante el director quiere que me presente, así que les deslizo estos datos. Nombre verdadero: Oscar Edgardo Vázquez Lucio, 40 años, casado, un hijo, cuatro perros, tres gatos y un hobby emberretinado: el cine de paso reducido'".
El paso de Siulnas en Satiricón fue fugaz y motivado por el cambio de tono de la revista. El lo recordó así: "Creo que los que nos fuimos -Lino Palacio, Faruk y Landrú, entre ellos-, no teníamos de qué quejarnos; es como el caso de los diagramadores que se manejaron toda la vida con una escuadra, un lápiz negro, uno rojo y uno azul; y cuando se implantó el uso de computadoras en los medios donde trabajaban, les quedaban dos alternativas: adaptarse a las computadoras o renunciar. Nuestro humor no era ni mejor ni peor que el que se impuso después; sólo era diferente. Y de hecho, entre los que se quedaron y los que recién empezaban, hubo muy buenos humoristas; aunque lo de ellos no se pareciera a lo nuestro".
La entrada de Wikipedia dedicada a él ya fue actualizada y en este buen blog hay una entrevista al colega y maestro.