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jueves, 24 de octubre de 2013

Se va la primera

No he ido a muchas presentaciones de libros en mi vida. Pero todas, incluso o en especial a las que no fui, me aburren de manera supina.
De todas formas había que hacer una presentación formal y busqué que sea en la Biblioteca Nacional. No sólo por toda la simbología del edificio, sino porque en él, con mayor precisión, en el subsuelo donde funciona la hemeroteca de diarios y revistas, nació este libro sobre Humor, un mañana cálida de julio de 2011 cuando buscaba material de archivo para una nota. Sí, todavía hay archivos de papel y gente que hurga en ellos. Yo soy uno de ellos y me encanta pasarme horas mirando viejas publicaciones en silencio junto a otros con los que parecemos monjes de clausura.
Así como no fui a muchas presentaciones de libros en mi vida, para mi era una incógnita qué hacer en el mío. ¿Contar chistes? ¿Elogiar el libro cual vendedor ambulante? ¿Hablar de las elecciones? En principio quería rodearme de los verdaderos hacedores de esta revista maravillosa, para que sean ellos los que hablen de Humor y quizás de mi trabajo.
Pero bueno: invité a todos los que entrevisté para el libro y no sé si por el horario o qué cosa hubo muchas ausencias. .
Estaba Hugo Paredero, claro, que escribió el prólogo y se sentó conmigo a presentarlo junto con el gran Santiago Varela y Daniel Enzetti, que se vino con toda la familia. También dieron presente Carlos Ulanovsky -en su cumpleaños y descompuesto-; Marcial Souto, sí, el del Péndulo; Jorge Barale; el síndico de la quiebra de Ediciones de la Urraca, Emilio Bianco; Judith Gociol y José María Gutiérrez, miembros de la casa y los amigos y colegas como Pablo Llonto, Sebastián Hacher, Sebastián Grandi, Juan Pablo Urfeig, Carlos Cristófalo, Rodolfo González Arzac e Ivana Romero, además por supuesto de la familia y amigos más íntimos..
Pero como había ocurrido en homenajes a la revista -el más reciente en junio auspiciado por el gobierno porteño y el semanario Noticias- hubo muchas ausencias del staff de Humor y creo que sería justo y necesario arriesgar por qué. A lo largo de mi investigación encontré que así como la historia de la revista Humor está llena de gloria, heroísmo, alegría, talento, aventura, también tiene en partes iguales desencuentros, broncas, resentimiento, dolor. Como la vida misma. Algunos habrán pensado que mi trabajo era a pedido de la familia de Andrés Cascioli y otros que no es el libro que la familia del Tano querría ver publicado. Bueno, siempre habrá alguien disconforme.
Dije algo así como que este libro tiene el que quizás sea el único mérito: contar la primera historia completa de la revista Humor, de Ediciones de la Urraca y Cascioli, Tomás Sanz y algunos otros más. Y yo como periodista no podía ni quería falsear los hechos, aunque sí, claro, omití algunos porque ciertos protagonistas no están con nosotros o no hacían a la historia o hubiesen creado una historia escandalosa e innecesaria que nadie se merecía.
Cuando digo completa hablo de que va desde la llegada de los padres de Cascioli a la Argentina hasta su muerte. Da cuenta del proceso creativo de muchas de las publicaciones que se editaron bajo el sello. Y también se asoma al origen, al principio de la crisis y a la quiebra de la empresa que sacó decenas y decenas de títulos.
Otro mérito del libro es que viene aportar material a la poca bibliografía que hay sobre la historia de nuestros medios. Y esa carencia no creo que sea casualidad. Me parece incluso que habla mucho de nuestros medios o al menos del poco ejercicio autocrítico, pasado y presente, sobre este oficio que algunos consideran profesión y otros trabajo que hicimos y hacemos como ganapan. Esta historia es incompleta porque no tiene una mirada sociológica, una mirada semiótica, un análisis del humor, los dibujos. No soy académico. Ni lo quiero ser.
Y también es incompleta porque tiene apenas unos 90 testimonios de las decenas de personas que trabajaron con y para Cascioli en las revistas de historietas, Satiricón, Chaupinela, Humor, El Periodista, Fierro, Humi, Hurra, etc y faltan la voz de algunos protagonistas o actores de reparto que no quisieron hablar o murieron. Creo que esos silencios también hacen a la historia de Humor.
Luego hablaron Paredero, Varela y Enzetti y entre todos creamos una atmósfera cercana a la nostalgia por una publicación que nos marcó a muchos y ya no volverá. ¡Como la vida misma!

lunes, 21 de octubre de 2013

Mona

Para febrero de 1983, cuando salió este libro de 556 páginas -un incunable que hoy cotiza 100 pesos en Mercado Libre-, Adelina Moncalvillo ya era Mona y había entrevistado para la revista Humor y en menos de cuatro años a Paulino Tato, María Elena Walsh, Jorge Romero Brest, Aída Bortnik, Pepe Soriano, Eladia Blázquez, Enrique Pinti , José Larralde, Isidoro Blaisten, Cecilia Rossetto, Ernesto Sábato, Martha Mercader, Carlos Carella, Joan Baez, Mario Vargas Llosa, Raúl Alfonsín, Italo Luder, Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, Adolfo Pérez Esquivel y Hebe Bonafini, entre tantos otros.
Eran entrevistas largas, que podían editarse hasta en ocho páginas, que ella preproducía con una investigación rigurosa en archivos de papel y la consulta entre los allegados al personaje. Las registraba con un enorme grabador Sony que sólo una vez falló en cerca de 600 charlas.
Y en aquel segundo mes del año en el que volvió la democracia, la revista Humor ya era masiva y los reportajes de Mona una sección clásica.
Había llegado en el otoño de 1979 luego de que el dibujante Cilencio la convenciera de que fuera a hablar con el Tano Cascioli porque sabía que Alicia Gallotti ya no colaboraba más con la publicación.
Mona le había propuesto a Cascioli rescatar las figuras prohibidas por la represión y la censura, pero él quería seguir con la cuota de frivolidad que llevaba Gallotti. Y aunque debutó con una entrevista al pintoresco árbitro de fútbol Guillermo Nimo, terminó por buscar a esas personalidades censuradas, la mayoría incluida en ese libro de reportajes.
Había nacido en 1947 en Curarú, un pueblo del lejano oeste bonaerense, más cerca de La Pampa que del puerto porteño y que el censo 2010 contó menos de 500 habitantes.
Estudió periodismo en la Universidad Nacional de La Plata donde la suerte le permitió tener de profesor "a alguien superior y maravillosa persona y profesional", Gregorio "Goyo" Selser, quien para 1971 trabajaba La Prensa y les pasó a los alumnos el dato de un concurso para la Municipalidad de Buenos Aires.
Mona lo ganó y se vino a la gran capital. Un año después entró a la agencia de noticias Télam. La llegada de los militares en 1976 le trajo una obligada renuncia y también la desaparición de un hermano.
"Para entrevistar a alguien, tenés que conocerlo muy bien", dice Mona, una máxima tal vez poco original, pero que no siempre se cumple.
"Un buen reportaje no es lo que se habla, es lo que se lee y hay una cierta diferencia en una charla y después en lo que lees", agrega.
Mona siente el sello indeleble de Humor en su curriculum. Se alejó a mediados de los 90, cuando la revista ya había iniciado el declive que la llevó a la quiebra en 1999, veinte años después de la fecha en que ella se animó a preguntar a los que nadie se atrevía.

viernes, 18 de octubre de 2013

Maratón

Este viernes, cerca de la 1, hablé del libro dentro la columna de Martín Pérez en Diario del Futuro (lunes a viernes a la medianoche por Nacional Rock). El audio aquí. Unas horas más tarde también me entrevistaron por radio, en la AM 890. El diario Ambito Financiero publicó en el suplemento Viernes un extracto del capítulo 7 y también el sitio Terra le dio un espacio.

martes, 15 de octubre de 2013

77

Un día como hoy, pero de 1936, nacía Andrés Luis Cascioli, en la zona sur del Gran Buenos Aires, con mayor precisión en Sarandí, partido de Avellaneda, primogenito de dos inmigrantes italianos. Pero octubre registra otros hitos en la vida del Tano: el 19 de octubre de 1999 llegó por última vez al kiosco la revista Humor.
Aquí, el sitio oficial del dibujante.

sábado, 12 de octubre de 2013

La tapa

En las notas de promoción del libro una pregunta surge con frecuencia: "¿cuál es tu tapa preferida?"
¡Pero justo ese tema no lo había preparado!
La primera vez que me lo plantearon recordé de inmediato una que no sé si la escogería entre los 566 números que se editaron de Humor, pero que me parece importante porque es la demostración cabal de la concepción que Andrés Cascioli le daba a la portada.
Esa portada cuya responsabilidad en los 21 años de la publicación Cascioli alternó con Sergio Izquierdo Brown, Oscar Fernández, Carlos Nine y Luis Gaspardo, en los 90.
Que debe ser de lo más recordado por los lectores y que era el gancho ideal para colgar en los kioscos porque él la había pensado en sus orígenes en base a ideas de la publicidad ya experimentadas en Satiricón y Chaupinela: fondo blanco para diferenciarse de la competencia en la parada y una imagen que resuma el contenido, la impronta de la edición.
La preferida o la que más recuerdo por esos contenidos es una de diciembre del 81, el número 73.
La gestión del dictador Roberto Viola languidecía, pero también el llamado Proceso de Reorganización Nacional, al tiempo que crecía el reclamo de un retorno a la democracia. Allí está en la tapa un barco llamado El Proceso que se hunde sin remedio y a cuya proa a tratan de aferrarse civiles, como Guillermo Klein y José Martínez de Hoz, y represores como Jorge Videla y Albano Harguindeguy.
A la derecha se ve un bote salvavidas en el que rema sonriente el almirante Emilio Massera y una emocionada Mirtha Legrand que saluda con un pañuelo.
Según el IVC, la revista ya vendía más de 130 mil ejemplares por quincena en esa carrera ascendente que tuvo su pico de ventas en el tórrido verano del 83.

lunes, 7 de octubre de 2013

En la montaña rusa

Durante los 21 años que Humor llegó a los kioscos las ventas parecieron haber transitado los rieles inciertos de una montaña rusa.
El primer número de junio de 1978 arrancó en cerca de 22.000 por mes, de los cuales pocos volvieron como devolución. Para enero del año siguiente -cuando se hizo quincenal- la tirada comenzaría a crecer a un ritmo vertiginoso: en septiembre de 1980 era 120.000 ejemplares.
En el Instituto Verificador de Circulaciones, el ente que fiscaliza el movimiento de la prensa gráfica -de aquellas empresas que estén asociadas, claro-, el producto insignia de Ediciones de la Urraca la compra está registrada desde enero de 1981; con un promedio de 124.929 por edición, cifra que se mantuvo estable y terminó en diciembre en 132.972.
El ascenso sería más pronunciado en 1982 que trepó a 150.000 en el primer mes y en diciembre alcanzó 206.000.
En enero de 1983 fue el famoso pico de ventas cuando se produjo el secuestro del número 97, que pese a la confiscación y la reedición vendió cerca de 210.000 y el siguiente, con la tapa que ilustra este posteo, 313.100. Pero, aunque resulte paradójico, las ventas no siguieron en alza sino que comenzaron a bajar. El mes siguiente se fueron a 265.000, el otro a 235.410; 216.969 y luego oscilaron entre 170 y 190 mil. Ya nunca superarían los 200 mil y la tirada se desinflaría aún más para en abril de 1985 caer por debajo de los 100 mil con tendencia negativa. No sería tan dramático como una década más tarde, cuando deja el IVC con un promedio de 18.000 ejemplares de venta, casi los del principio.
Cinco años después la revista dejaría de llegar a los kioscos para siempre.

sábado, 5 de octubre de 2013

Sucio Humor

Este sábado me entrevistaron por el libro en Sucio Pop, el programa de Nacional Rock que conducen Matías Castañeda y Tomas Balmaceda. El audio aquí.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Pedro Narvaiz

El 15 de septiembre último le mandé un correo electrónico que nunca me responderá. Le avisaba de la salida del libro sobre la historia de la revista Humor para el que habíamos intercambiado otros correos electrónicos. Hoy me entero y confirmo en los avisos funebres del diario La Nación que falleció el sábado el ex juez Pedro Narvaiz, protagonista de una de las tantas anécdotas que tuvo la revista pero que es especial porque está vinculada al secuestro del número 97. Casualmente, el domingo salió en Tiempo Argentino un fragmento del capítulo 7 donde están los detalles de esa historia. Puede leerse aquí.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Mala Prensa

El gran programa de radio Mala Prensa (domingo de 17 a 18 por Radio América AM 1190) que conducen Juan Pablo Mansilla, Juan Ignacio Agosto, y Alexis Moyano dedicó hoy el programa a hablar de la revista Humor. Ahí estuve para aportar lo mio surgido del libro. Aquí los audios.

martes, 24 de septiembre de 2013

Seamos libres que los mercados no importan nada

Sabido es que ejemplares viejos de la revista Humor, de otros títulos de Ediciones de La Urraca u cualquier publicación periodística argentina de los últimos 50 o 60 años son posibles de conseguir en plazas porteñas específicas, algunas librerías tradicionales de Corrientes o Avenida de Mayo y también, claro, en sitios de subasta de Internet.
Allí es posible verificar cómo algunos piolas se hacen el agosto con la venta de estos objetos a valor de piezas de colección. Es imposible saber si alguien los compra, pero se supone que sí.
Hay por unidad o por lote. De la revista Humor hay varios ejemplares que merecen valuarse más que los 10 o 15 pesos de cotización que tiene cualquiera en los puestos de Parque Rivadavia o Centenario.
En ese sentido podría mencionarse cuatro: el número 1, el 97 (secuestrado), el 221 (décimo aniversario) o el 566 (último publicado).
Pero del primer número y del último no existen ofertas actuales. Del 97 había tres cotizaciones posibles, 23, 28 y 50 pesos y del aniversario 30, 39 y 139.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Biblioteca

El sitio Diario sobre Diarios da cuenta de la publicación del libro de Humor de Editorial Marea en esta nota de la sección Zona Dura.
Allí aparecen mencionados los libros antecesores a mi trabajo y también algunas de las muchas tesis universitarias sobre la revista que, en su mayoría, están enfocadas en los cinco años que la revista se editó bajo la represión dictatorial.
También en la web, el amigo y colega Samurai, Jack, hizo este comentario en su histórico blog; el colega Leandro Zanoni una nota para su eBlog y desde La Pampa esta mini entrevista.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Lanzamiento

El libro sobre la revista Humor comenzará a distribuirse en los próximos días. Una sinopsis y un capítulo para bajar en esta URL http://is.gd/jwOyxL

domingo, 15 de septiembre de 2013

Publicitarios

Muchos humoristas, dibujantes y hombres del periodismo vinculados con la revista Humor en particular y los medios de comunicación argentinos en general, se formaron o trabajaron en publicidad en algún momento de las trayectorias personales. Esto es porque en los años 60 los avisos de gráfica se hacían a mano, por lo que los artistas del plumín eran muy requeridos en las agencias.
Andrés Cascioli tuvo sus inicios en la historieta, pero hacia principios de los años 60 comenzó a trabajar en agencias de las que es muy difícil encontrar rastros: Publicidad Internacional Limitada y Aldaba. En la primera fue donde conoció y compartió espacio con Tomás Sanz. A finales de esa década, Cascioli se sumaría a la agencia de Oskar Blotta desde la cual salió en 1972 la revisita Satiricón.
"Éramos un grupo de publicitarios que queríamos una revista que se vendiera. Podíamos dibujar, descubrir dibujantes, hacer un periodismo que acá no existía y sí en el exterior, en algunas revistas universitarias como National Lampoon. Nos interesaban revistas que habían aparecido en el mundo y eran diferentes, una mezcla de historieta, humor y periodismo, pero periodismo sarcástico. Intentamos algo así; como además éramos publicitarios, queríamos una revista de venta masiva, popular", explicaría muchos años después el propio Cascioli. El Tano volvió al palo cuando no pudo sacar revistas y a la hora de hacer Humor también empleó algunas técnicas de ese arte.
Pero no sólo ellos fueron de la publicidad a la comunicación de masas. Otros personajes vinculados a Humor y Ediciones de La Urraca hicieron el mismo recorrido: Carlos Abrevaya, Pablo Colazo, Alejandro Dolina, Roberto Fontanarrosa, Jorge Guinzburg, Miguel Gruskoin, Juan Carlos Caloi Loiseau, Juan Carlos Muñiz, Carlos Trillo y Carlos Ulanovsky, son algunos de ellos.

viernes, 13 de septiembre de 2013

10 Números

4 caricaturistas están relacionados con las tapas de Humor: Andrés Cascioli, primero; Sergio Izquierdo Brown, más tarde; Carlos Nine al regresa la democracia, y Luis Gaspardo, en los 90.
5 sedes tuvo la redacción de Humor: avenida de Mayo 1324, primer piso, oficina 227 (domicilio de Cielosur); Piedras 482; Salta 258; Venezuela 842 y Bolívar y Alsina.
6 era el readership o promedio de lector por número que tuvo en su mejor época (1982-1983) Humor.
68 páginas tenía el primer número de Humor aparecido el martes 6 de junio de 1978.
97 era el número secuestrado por los militares en enero de 1983 que, pese a esa edición, vendió más de 300 mil ejemplares.
566 era el número de la última edición editada de Humor que llegó a los kioscos.
1000 pesos era el precio de tapa del primer número de Humor.
6000 ejemplares promedio vendía Humor dos años antes de que cierre.
25 000 ejemplares fue la primera tirada de Humor, de los cuales vendió alrededor de 22 mil. Dos años después esa cifra se duplicó, pero la frecuencia ya no era mensual sino quincenal.
1.000.000 de dólares llegó a valuarse el edificio de Venezuela 842, ex sede de la Escuela Panamericana de Arte y penúltima de Ediciones de la Urraca.

martes, 10 de septiembre de 2013

El rock argento y humor

La relación entre Humor y el rock argentino fue intensa de comienzo a fin. No sólo por las páginas de Gloria, donde desfilaron los protagonistas de gran parte de la prolífica movida musical de fines de los 70 y los 80, sino por algunos empleados de la revista de La Urraca.
En esa sección que se convirtió en una de las más emblemáticas sacaba fotos una chica de voz y condiciones musicales, Hilda María del Pilar Lizarazu, quien también aportaba imágenes a El Porteño -otra revista ícono de aquella época- y Mutantia, una publicación no menos histórica a cargo de Miguel Grinberg.
Otro empleado que terminó en el rock fue uno de los cadetes, Gastón "Francés" Bernardou, hoy percusionista de Los Auténticos Decadentes.
Pero el punto más alto de la relación fue el festival que la revista organizó junto a los dueños de La Trastienda el 7, 8 y 9 de agosto de 1981 en el estadio Obras para contrarrestar la visita de Frank Sinatra al Luna Park, traído por Palito Ortega.
Al escenario subieron artistas que estaban prohibidos o eran desconocidos: Rubén Rada, Dino Saluzzi, Jaime Torres, Víctor Heredia, Luis Alberto Spinetta, Rodolfo Mederos, Manal, Facundo Cabral, Antonio Tarragó Ros, Litto Nebbia y Bernardo Baraj. También "un rosarino de jardinero y gorra", Juan Carlos Baglietto, junto a Fito Páez, Rubén Goldín y Silvina Garré. Todos ellos comenzaban a tocar en Buenos Aires como la Trova Rosarina y tuvieron esa noche el debut en el llamado Templo del rock. El maestro de ceremonias fue un colaborador habitual de la revista, Miguel Angel Merellano.
Los shows tenían entradas muy populares y resultaron un éxito. Tanto que al día de hoy Ortega lo sigo usando como uno de los argumentos para el fracaso rotundo del concierto de Sinatra, además de la devaluación de la moneda argentina, claro. Ya en los 90, Cascioli consiguió la licencia de la revista Rolling Stone para editarla en la Argentina y puso al frente del proyecto a Guerrero y Fernando Sánchez, años después uno de los fundadores de la revista Barcelona.

jueves, 29 de agosto de 2013

Tomás

Vos tenés que verlo a Tomás. El que debe saber eso es Tomasito. Eso seguro te lo puede contestar Tomás. Ahí el que manejaba todo era Tomás. ¿Ya hablaste con Tomás?
Tomás es Tomás Sanz.
Y Tomás Sanz fue, en efecto, una pieza clave del triunvirato que gestó y sostuvo a la revista Humor durante los casi 21 años que llegó a los kioscos.
Andrés Cascioli se ocupaba de las tapas, seleccionar chistes y dibujantes, descubrir talentos, conseguir fondos, ser el líder de la banda y darle la mirada final antes de la imprenta.
Tomás era el editor periodístico, que escribía y reescribía, el que lidiaba en el día a día con la redacción. El que también craneaba la sección Pelota y tiraba paredes con Walter Clos, aka José María Suárez.
Tomás fue el solista y el co director de esa orquesta sin partituras.
El tercero era Aquiles Fabregat, fallecido en noviembre de 2010, casi 17 meses después que Andrés Cascioli.
Tomás tiene la voz cascada por el tabaco. Escucha más de lo que habla. Y cuando lo hace utiliza un tono monocorde y sin estridencias, con lo justo y necesario y las pausas para elegir las palabras precisas o tal vez para que venga los recuerdos desde la memoria.
Nació en 1937 y en los albores de la década del 60 conoció a Cascioli en una agencia de publicidad. Trabajaron juntos y con intermitencias hasta 1996, cuando Tomás fue convocado por Ricardo Roa para sumarse al proyecto del diario Olé.
A la redacción de ese matutino deportivo sigue yendo, aun jubilado, aun con una operación de cadera que lo obliga a usar bastón y con un cansancio visible, pero del que no se queja. Todos allí saben quién es, aunque algunos hayan nacido cuando la revista Humor ya era un clásico pasado de moda. Y aporta el ingenio y la sabiduría de la que otros adolecen.
Tomas sí rezonga cuando le comento que todos me dicen que tengo que hablar con él. "Sí, qué vivos", acepta resignado en el segundo de los dos encuentros mañaneros que tuvimos y en los que en total insumieron unas siete horas en el departamento de tres ambientes del sexto piso de un edificio viejo del barrio porteño de Balvanera, a dos cuadras de un shopping venido a menos.
En el living hay un TV de 21 pulgadas, dos sillones de un cuerpo con funda blanca, una mesa redonda de algarrobo, un potus y una estantería con libros de Nick Hornby, Carlos Abrevaya, Jorge Valdano, Alfredo Di Stefano, Stefan Weig, un premio entregado por el intendente de Morón Martín Sabbatella y un dibujo de Menchi Sábat sin colgar. En la pared, un dibujo enmarcado de molinetes del subte. Lleva la firma de Tomás.
Por la ventana sin cortinas se cuelan bocinazos y de vez en cuando el ulular de una ambulancia que corta como una navaja los recuerdos deshilachados que Tomás despliega con muchos paréntesis entre tazas de café instantáneo sobre un mantel floreado de plástico.
No lo dirá él, claro, pero sí cualquiera que lo haya tenido como editor: es uno de los mejores. Buena persona, afable, leal, leído, culto y paciente, lo necesario para explicar cada corrección, para justificarla. Por eso hicieron un tándem perfecto, irrepetible con Fabregat, otro que sabía largo del idioma de Cervantes. Podían desplegar textos preciosos, como el del Romancero del Eustaquio, porque ambos también compartían la fibra para el humor fino e inteligente.
Pero lo que Tomás más disfruta no es escribir ni editar sino dibujar y aún hoy lo hace en unas hojas tipo oficio que guarda en una carpeta. En Satiricón, de hecho, empezó con el plumín. Pero allí también arrancó a hacer periodismo, empujado por sus pares. Y ambas cosas las desarrolló luego en El Ratón de Occidente, Chaupinela, Humor y en algunos de los productos de Ediciones de la Urraca.
"Soy un tipo de llevar pocas a cosas a cabo. Le doy muchas vueltas. Es que tengo muchas cosas en el balero", asume ahora con algo de resignación y nostalgia, otro trazo grueso para pintar a quien merecería un mayor reconocimiento.
En junio último, la revista Noticias y Editorial Perfil homenajearon a Humor y el diario Buenos Aires Herald, publicaciones emblema de la resistencia a la dictadura militar, y allí estuvo Tomás para recibir una placa, para honrar la memoria de su gran amigo Cascioli.
En Humor Tomás fue jefe de Redacción y en los 90 director, pero el cargo fue una treta para quitar del blanco a Cascioli de la andanada de juicios con la que el menemismo censuraba de manera bestial y sutil a la revista, que le valieron numerosas pérdidas económicas a él y a Cascioli.
Aún hoy Tomás carga con una condena judicial por reproducir una nota del semanario uruguayo Brecha en la que se denunciaban depósitos bancarios del ex senador Eduardo Menem en la otra orilla. El fallo lo dejó firme la actual Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Juan Sasturain lo describe mejor

(El dibujo de tapa de El Ratón de Occidente es de Tomás Sanz)
(Tomás, a la izquierda, y Aquiles)

martes, 27 de agosto de 2013

Mudanzas

A lo largo de 21 años, la redacción de la revista Humor tuvo varias direcciones. En el primer número aparece realizada en Avenida de Mayo 1324, oficinas de Cielosur, cuyos dueños eran socios de Andrés Cascioli. Pero en rigor el contenido se había hecho en Piedras 482, ochava con Venezuela. Allí ocuparon primero un departamento del cuarto piso y luego sumaron otro del quinto. Años más tarde la cosa quedó chica y se fueron a ocupar un edificio de cuatro pisos en Salta 258 (hoy un hotel) y al poco tiempo se instalaron en Venezuela 842. Ese inmueble había sido ocupado por la Escuela Panamericana de Arte, donde estudiaron Andrés Cascioli, Tomás Sanz y tantos otros. Una vez que Ediciones de la Urraca cayó en desgracia y el staff se achicaba, la redacción se mudó a un departamento ubicado sobre la librería de Bolívar y Alsina, pero en la revista figuraba como dirección de la redacción Gonçalvez Díaz 482, el depósito de la imprenta.

Gloria y el rock

En marzo de 1979, el copete de la nota titulada "Ahora hay que ser rockero" y una volanta tajante: "Los chetos pasaron de moda", decía: "Más de una vez hemos pensado que nosotros, tipos de cuarenta otoños -año más, año menos- no estamos en condiciones de criticar a los más jovenzuelos. Y es que allá en el fondo, nos corroen varias dudas. ¿No será que la venda verde de la envidia impide nuestra visión? (....) Nos topamos con Gloria Guerrero. Sabe escribir y está informada de lo que pasa a su alrededor. (...) Tiene 21 años y su aspecto físico no difiere del usual para una chica de su edad. (...) Opina sobre sus coetáneos, sin que nadie le indique lo que debe decir".
La joven fue convocada para Rocksuperstar -una publicación editada por Cascioli y los socios- luego de mandar una carta en la que se presentaba y pedía escribir, tal como había ocurrido en El Expreso Imaginario.
A Cascioli le gustó mucho el estilo de Gloria en Rocksuperstar, en especial la crónica de un recital en el Teatro Coliseo. "Acabamos de ser partícipes de un encuentro cercano del tercer tipo, señores. Paco de Lucía es marciano. Y más de un guitarrista se cortó los diez dedos anoche al llegar a su casa. Como última apelación: basta de chistes de gallegos. Este genio de la guitarra acaba de reivindicar a toda una raza, y a casi todo un planeta", narraba Gloria.
En Humor, Gloria arrancaría con notas costumbristas y dos años después nacerían Las Paginas de Gloria donde el rock argentino escribió parte de su historia.
Este espacio donde estuvieron todas las primeras notas a bandas como Sumo, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota o Soda Stereo; no fue por cierto el único con el que se puede emparentar la revista al rock argento en general y la música popular en particular. Gastón Bernardou, el francés de Los Auténticos Decadentes, fue cadete de Humor e Hilda Lizarazu, fotógrafa, pero además, en 1981 la revista organizó un festival con artistas prohibidos para boicotear la presentación de Frank Sinatra en el Luna Park. Pero esa será otra entrada.

lunes, 26 de agosto de 2013

Debut

La revista Humor Registrado llegó a los kioscos argentinos en la primera semana de junio de 1978 en coincidencia con el puntapie inicial del Mundial de Fútbol que tendría al país como anfitrión.

Apuntaba a un público que ya conocía a los hacedores: Andrés Cascioli, Tomás Sanz, Aquiles Fabregat, Alicia Galloti, Alberto Speratti, Roberto Fontanarrosa, Carlos CEO Campilongo, Sanyu, Crist, Alfredo Grondona White, Carlos Pérez D'Elias, Carlos Abrevaya y Jorge Guinzburg (que aparecieron en aquel número 1 con seudónimos) eran nombres muy conocidos para quienes ya habían comprado Satiricón, Mengano y Chaupinela. Estas publicaciones, en especial Satiricón, habían revolucionado la industria editorial de la mano de Cascioli y Oskar Blotta, como bien historiaron Jorge Bernárdez y Diego Rottman en este libro.

Refugiado en la publicidad, Cascioli venía de fracasar con una revista de espectáculos llamada Perdón, de sufrir la censura militar que impidió la salida de Satiricón y del gobierno de Estela Martínez de Perón que clausuró Chaupinela.

Pero el éxito de Humor -que fue in crescendo y no inmediato- lo sorprendió.