jueves, 14 de noviembre de 2013

La revista Humor, los límites y la banalización del Holocausto

El número 21 de la revista Humor Registrado que llegó a los kioscos en octubre de 1979 marcaba el debut de Mona Moncalvillo, pero también incluyeron una doble página que representan un hito en la historia de la publicación. Se trata de siete chistes sobre el Holocausto firmados por Catón, el seudónimo de Raúl Antonio Bonato.
El dibujante tenía entonces 46 años y ya ostentaba unos 20 en el oficio del plumín, que permitió publicar allí y en publicaciones como Tía Vicenta, Adán (Editorial Abril), Billiken (Editorial Atlántida), Satirik, Media Suela, Rico Tipo, Caras y Caretas y en el diario La Prensa", donde creó El hombre del portafolios, según el blog de Siulnas.
La producción de Catón generó una andanada de críticas que se reflejaron en el propio correo de lectores durante los tres números siguientes y las encabezaba la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas, para la que no se trataba de una "humillante explosión de odio antisemita".
Una explicación desde la revista sin firma y en el mismo espacio decía: "Pensamos –y lo hemos dicho más de una vez- que el humor no debe tener otras barreras que las normales en cualquier forma de expresión escrita, o sea las morales y estéticas. Pensamos que el humor no debe temer ni soslayar la muerte, no debe ocultar las miserias y las tragedias humanas, no debe retroceder ante los temas ‘espinosos'. Sabemos que el humor casi invariablemente es una forma de crítica, constructiva como pocas. Y que su calidad depende de la calidad de quienes lo practican, pero nunca de los terrenos que invade. [...] Hacer un chiste sobre la bomba atómica, no implica mofarse de los trescientos mil muertos de Hiroshima". También se subrayaba que las dos páginas "no eran otra cosa que una flagrante crítica al nazismo y sus métodos genocidas".
En enero de 1987 y en el periódico Nueva Presencia -un órgano de la comunidad judía editado por Herman Schiller entre 1977 y 1993-, el propio Andrés Cascioli admitió en un reportaje de Gerardo Yomal que la producción había sido uno de los "errores que se cometen en todos lados. La intención fue buenísima. La cosa empezó cuando en televisión los militares prohibieron dar la miniserie 'Holocausto' y nosotros decidimos tocar el tema. No se nos ocurrió nada por acá, entonces decidí encargarle al dibujante Catón que hiciera algo sobre el tema bien duro contra los nazis apoyando la posibilidad de que se dé 'Holocausto' en la Argentina. Y publicamos los chistes... pero salió todo al revés. Se sintieron muy molestas las entidades judías. Pero si los organismos judíos agarran 'Humor' desde el primer número y lo siguen se van a dar cuenta de que es una publicación (donde) tienen gente amiga. La nuestra es una editorial decididamente antifacista y antinazista. Creo que ese fue un error: duró bastante tiempo, publicamos cartas a favor y en contra y el tema se trató creo que bien".
En el ámbito académico hay varias tesis que abordan la historia de la revista Humor acotada al período dictatorial y en especial, el trabajo de Mara Burkart analiza el contenido de estos chistes y la reacción que provocaron.
Está claro que los chistes de Catón fueron un hito en relación a los límites para hacer humor en la revista de Ediciones de la Urraca, pero lo que muchos entienden como la banalización del holocausto y los nazis siempre fue, es y será materia de controversia y debate.

2 comentarios:

  1. pues sí que son gracioso esos chistes. nada más que nunca falta el amargado al que no legustan. Si hubera chistes sobre musulmanes, ningun judio protestaria.

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  2. No, tenés razón... si hubiera chistes sobre los musulmanes, no protestaría ningún judío. Eso sí... los musulmanes, en lugar de quejarse, entrarían a la editorial y ametrallarían a todos sus integrantes. Como pasó con Charly Hebdo.

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